Situada en un enclave privilegiado, con una fachada en una de las calles más emblemáticas de Mahón y la segunda que vuelca sobre su impresionante puerto, la vivienda plantea una mirada siempre en dirección al mar, aunque sin dar la espalda a la ciudad.
Con la intención de subrayar esta bonita singularidad, la casa se distribuye en plantas completamente abiertas y orientadas hacia el puerto, pero en realidad conectadas en ambas direcciones, que reciben luz natural tanto por la mañana como por la tarde. A pesar del reducido tamaño de la parcela original, se consigue así una sucesión de espacios amplios y siempre relacionados entre sí, que se logran ordenar gracias a medias alturas que los zonifican y “cajas” de roble que albergan los usos más privados.
UNA “CAJA” DE ROBLE ESCONDE LAS ZONAS PRIVADAS DEL BAÑO PRINCIPAL Y AL MISMO TIEMPO ORDENA TODA LA PLANTA A SU ALREDEDOR: EL DORMITORIO, EL VESTIDOR Y EL LAVABO. EL RESULTADO ES UN ÚNICO ESPACIO FLUIDO SIN PUERTAS INNECESARIAS Y CON LUZ NATURAL Y VISTAS TANTO A LA CIUDAD COMO AL MAR.
DE LA VIVIENDA ORIGINAL ÚNICAMENTE LA PEQUEÑA COCINA QUEDABA EN PIE. SE CONSERVARON CUIDADOSAMENTE LOS AZULEJOS PARA DESPUÉS COLOCARLOS EN LA NUEVA COCINA INTERCALADOS EN EL MICROCEMENTO, HACIENDO UN GUIÑO CASI POÉTICO A LA PREEXISTENCIA.
LA CARPINTERÍA BAJO LA ESCALERA ESCONDE LA LAVANDERÍA, UN PEQUEÑO VESTIDOR EXTRAÍBLE Y LUGAR PARA ALMACENAMIENTO, APROVECHANDO ASÍ EL ESPACIO AL MÁXIMO, DADO EL REDUCIDO TAMAÑO DE LA VIVIENDA.