

Situada en un enclave privilegiado, con una fachada en una de las calles más emblemáticas de Mahón y la segunda que vuelca sobre su impresionante puerto, la vivienda plantea una mirada siempre en dirección al mar, aunque sin dar la espalda a la ciudad.
Con la intención de subrayar esta bonita singularidad, la casa se distribuye en plantas completamente abiertas y orientadas hacia el puerto, pero en realidad conectadas en ambas direcciones, que reciben luz natural tanto por la mañana como por la tarde. A pesar del reducido tamaño de la parcela original, se consigue así una sucesión de espacios amplios y siempre relacionados entre sí, que se logran ordenar gracias a medias alturas que los zonifican y “cajas” de roble que albergan los usos más privados.



















